CIUDAD, BARRIO Y DESARROLLO HUMANO
¿Estamos diseñando ciudades capaces de satisfacer necesidades humanas? La literatura ha abordado desde distintos ángulos la relación entre ciudad, áreas residenciales y desarrollo humano. Se ha investigado de qué manera la distribución geográfica de servicios públicos resulta un factor de inequidad social en la ciudad (Brain y Mora, 2016; Barton y Tsourou, 2013; Witten et al., 2013; Thornton et al., 2011; Doriwala y Shah, 2010; Somerville, 2011; Knox y Pinch, 2010; Paccione, 2005). Así como se ha medido la accesibilidad a equipamiento urbano como pieza clave de bienestar en la ciudad (Reyes y Figueroa, 2010; Talen, 1997; Arentze et al., 1994, Pearce et al., 2006, Nicholls, 2001). El planteamiento común de estos autores radica en que lo que un área residencial ofrece en términos de sus oportunidades recreativas, culturales, educativas, tiene directa influencia en el bienestar e integración social de una comunidad (Lupton, 2003; Forrest, 2004; Ellen y Turner, 1997, Wilson, 1987, Murie 2005, p. 165). Asumiendo lo anterior, enfoques estudio o políticas sociales que busquen reducir la exclusión social en la ciudad resultarán incompletos si excluyen el barrio como espacio de reproducción cotidiana de la exclusión.
Desde una arista política, la organización espacial de los bienes urbanos ha sido una materia de discusión dentro de la política urbana. En los sesenta el acceso a servicios y equipamiento se consideraba un componente central en la constitución de los estados de bienestar (Paccione 2005, p. 352). Hoy, quizás como respuesta al predominio de la especialización funcional que predomina en la urbe contemporánea, esta discusión recobra su centralidad. Un ejemplo de lo anterior es el llamado que organismos internacionales hacen a “construir ciudades con una adecuada red de servicios y espacios públicos, capaces de promover espacios inclusivos para las personas (UN Habitat III, 2006, p. 6).
Históricamente se ha identificado a la ciudad como el lugar donde las necesidades humanas son resueltas. Esta noción de la urbe como espacio de oportunidades sociales explica el llamado de organismos como ONU por incrementar procesos de urbanización como método de lucha contra la pobreza1. Sin embargo, aquí se plantea que en países latinoamericanos esta noción de la ciudad como espacio de oportunidades de desarrollo humano requiere ser puesta a prueba si consideramos que solo el 25% de las áreas urbanas han sido planificadas (UN-Habitat 2009). Diversos autores plantean que la expansión de ciudades como Lima, Santiago de Chile o Quito durante el siglo XX ha estado marcado por un proceso de metropolización con diferencias de calidad urbana entre espacios residenciales de distinto nivel socioeconómico (Cáceres, 2016; Tachner y Bogus, 2008; Hidalgo et al., 2008; Ludena, 2006).
Los gobiernos locales de latinoamericana paulatinamente han incorporado al barrio como pieza clave en programas sociales. Esto se observa en programas de recuperación urbana de ciudades como Medellín y Bogotá en Colombia, en el programa “Quiero mi barrio” de Chile; como parte central del proyecto “Espacios de dulzura” en Costa Rica, o en el Mejoramiento Integral de Barrios Periféricos de Cuenca (Ecuador). Fuera de la región encontramos casos como Portland (US) que lleva adelante una estrategia de planificación metropolitana denominada “20 minute neighbourhoods”, que busca reorganizar servicios y empleo en la ciudad considerando un criterio espacial de veinte minutos desde el hogar (City of Portland, 2009).
En esta discusión, el caso chileno resulta interesante ya que recientemente el Estado ha asumido la necesidad de diseñar nuevos estándares para avanzar en integración social y equidad urbana (CNDU, 2017). Prueba de lo anterior es el sistema de indicadores y estándares de desarrollo urbano (SIEDU) que tiene por objetivo medir y evaluar la calidad de vida de las ciudades chilenas y la efectividad de las políticas públicas asociadas a la ciudad. Derivado de este trabajo se establecieron 269 indicadores que evalúa, entre otros aspectos, la distancia a plazas, colegios, centros de salud, transporte público. Este trabajo se justifica dada la baja evaluación que el habitante hace del equipamiento cultural, recreativo y deportivo (polideportivo) existente en los barrios de la ciudad chilena. (MINVU, 2010). Sobre esto, el 71% de los entrevistados en la encuesta de calidad de vida urbana del Ministerio de Vivienda y Urbanismo plantea que el déficit de áreas verdes es un problema serio en la ciudad. Así como el 40% de los encuestados considera estar insatisfecho con el equipamiento barrial y el 51.3% señala un nulo o casi nulo uso de parques y plazas (Figura 1).
La comuna de Viña del Mar resulta interesante de analizar dado que su desarrollo urbano reciente muestra la coexistencia de proyectos residenciales para grupos de estrato alto, proyectos de vivienda social, como la construcción de asentamientos irregulares. Viña del Mar alberga una población aproximada de 334.248 habitantes (2017) situándola como la comuna más poblada de la Región de Valparaíso. Los datos avalan la noción de Viña del Mar como una ciudad segregada socio espacialmente. Por un lado, la encuesta de calidad de vida urbana (PUC-CChC, 2016) la ubica como la octava de mejor calidad de vida del país. Al tiempo que es la comuna con mayor número de campamentos (slums o asentamientos irregulares) del país (6200 familias residiendo en 74 “campamentos”)2. Esta expansión informal no resulta una dinámica nueva si consideramos que desde mediados del siglo XX, sectores como Forestal o Miraflores Alto, se expandieron a partir del arribo de población obrera que urbanizó terrenos carentes de infraestructura y equipamiento urbano.
El plan regulador comunal de la ciudad da cuenta de las consecuencias de una expansión no planificada identificando las siguientes problemáticas: (1) una alta concentración de servicios y actividades económicas en zonas centrales de la ciudad lo que ha generado tanto problemas de congestión vehicular como perdida de usos residenciales en estas áreas. (2) Deterioro de áreas residenciales por deterioro y déficit de áreas verde en manzanas, y permanente extensión residencial carente de equipamiento. Y una (3) falta de una red vial estructurante entre distintos barrios aislados. (4) Así como enclaves en situación irregular dentro y cercano de los límites urbanos (Municipalidad de Viña del Mar, 2002, p. 2).
Como lo identifica la nueva política de desarrollo urbano en Chile, resulta necesario avanzar en nuevas herramientas de planificación y gestión de la ciudad bajo criterios de justicia espacial. Diversos estudios han indagado en la calidad de vida que grupos vulnerables encuentran en sus áreas residenciales (Hidalgo et al., 2008; Rodriguez y Sugranyes, 2004; Tironi, 2003; Reyes y Figueroa, 2010; Cáceres, 2016). Si bien estos han permitido comprender en profundidad las aristas sociales y políticas del desarrollo urbano reciente, observamos un déficit de conocimiento sobre el impacto que la distribución del equipamiento barrial tiene sobre el bienestar y procesos de exclusión en la ciudad chilena. Lo anterior justifica indagar en métodos que permitan una evaluación objetiva de las condiciones de distribución del equipamiento urbano en la ciudad chilena. Consideramos que en el escenario urbano actual del país es necesario contribuir a la discusión sobre nuevas herramientas de diagnóstico urbano para avanzar hacia ciudades más justas socialmente.
Para ello se plantea una metodología GIS que analiza las condiciones de accesibilidad a equipamiento barrial básico en tres barrios de esta ciudad. Específicamente el estudio busca analizar: ¿existen brechas de accesibilidad entre barrios de distinto nivel socioeconómico?, ¿qué porcentaje de manzanas estudiadas excede las distancias máximas a equipamiento urbano recomendadas por la literatura?, ¿qué tipo de equipamiento muestra mejor y peor nivel de accesibilidad en las áreas estudiadas?
La sección siguiente describe datos generales de Viña del Mar y áreas de estudio. En la cuarta sección se presenta el marco metodológico utilizado en la investigación. A continuación se exhiben las principales resultados del estudio. Finalmente se establecen las principales reflexiones del estudio. Los resultados forman parte de la investigación original realizada entre marzo y agosto del año 2016 en el Centro en Inclusión e Innovación Social (Proyecto PMI-Mineduc 1401) de la Universidad Viña del Mar, Chile.
ÁREA DE ESTUDIO
Para este estudio se analizaron tres sectores de la Comuna de Viña del Mar (Figura 2), estos fueron:
Población Vergara. El sector conocido como Población Vergara surge a fines del siglo XIX como área de extensión de la ciudad. Actualmente combina usos residenciales para grupos medios-altos con una creciente concentración de servicios y comercio. Para efectos del análisis se determinó un polígono definido en su límite sur por el Estero Marga Marga, su límite norte la Calle 15 Norte, al oeste la línea costera, y al este el límite dado por calle Los Castaños.
Miraflores alto y bajo. Se trata de un sector de uso de suelo predominantemente residencial que alberga grupos socioeconómicos altos y medio-altos (Figura 2). El sector de Miraflores alto alberga usos predominantemente residenciales y composición social asociada a grupos medios bajos, mientras que en la sección cercana al plan de la ciudad es hogar de familias de estrato socioeconómico alto. Está marcada especialización social de Miraflores amerita analizar diferenciadamente este sector. El origen del barrio se remonta a inicios del mil novecientos surgiendo como extensión residencial contigua a la línea del tren hacia Santiago. En el caso de Miraflores bajo, se trata de un sector donde predomina una tipología de vivienda unifamiliar con viviendas para grupos de estrato socioeconómico alto. Mientras que miraflores alto se trata de un sector de expansión residencial asociado a población de estrato medio bajo de la ciudad. El estudio comprendió el polígono comprendido en su límite oeste por el Sporting Club, en su límite este por Calle Los Algarrobos, en su límite sur por el eje Uno Norte y en su límite norte por la Calle Eduardo Frei. Los sectores de Miraflores Bajo y Barrio Miraflores Alto fueron divididos por la Calle Todd Evered.
El tercer territorio seleccionado fue el sector de Forestal que el año 2002 contaba con 30 405 habitantes. Este sector es conocido por ser un barrio residencial de clase media baja y grupos vulnerables. Forestal, al igual que Miraflores alto, muestran un patrón de urbanización asociado a la llegada de familias obreras que desde mediados del siglo XX comienzan a poblar estos cerros. Para este estudio se consideró el polígono comprendido en su límite norte por la Calle Álvarez, en su límite sur por Avda. La Dormida, en su límite oeste por Gregorio Marañón, en su límite este por Av. Las Brisas.
MIDU: METODOLOGÍA DE IDENTIFICACIÓN DE DESIERTOS URBANOS
El análisis de accesibilidad a equipamiento urbano utilizando sistemas de información geográfica resulta una herramienta útil para analizar si la distribución de un determinado equipamiento resguarda cercanía mínima con el habitante, o si un área de menor ingreso socioeconómico está adecuadamente dotada de servicios o equipamiento social (Doriwala y Shah, 2010; Van Dyck et al., 2009; Leslie et al., 2007; Kwan et al., 2003; Witten et al., 2003; Nicholls, 2001; Geertman y Ritsema, 1995). Dichos estudios han desarrollado metodologías que analizan la distancia promedio a un determinado punto, o bien, la distancia más corta para alcanzar un determinado equipamiento. La construcción de la metodología parte de la base de tres principios: 1) la distancia del habitante a equipamiento o espacios públicos incide en su uso cotidiano; 2) el barrio es la escala más próxima al habitante para la implementación de programas sociales, y 3) el acceso a bienestar no solo depende de la capacidad financiera del habitante, sino de condiciones espaciales que actúan en el habitante.
Se utilizó una metodología de análisis que incluyó análisis espacial y análisis de proximidad utilizando el software ARCGIS (Figura 3). Los polígonos representativos de cada área de estudio fueron construidos a partir de los Distritos Censales INE de la Comuna de Viña del Mar, y ajustados a partir de herramientas de edición poligonal dentro del software ARCGIS. En orden a evaluar la provisión de equipamiento urbano en los barrios seleccionados de Viña del Mar se utilizó una metodología que busca poner a prueba cada manzana del área de estudio en términos de su distancia a equipamiento urbano considerado básico. En este estudio se decidió realizar el cálculo utilizando el método de análisis de distancia lineal como un tipo de medición exploratoria sobre la distribución de equipamiento urbano en barrios de la ciudad. El análisis considera el cálculo de la distancia desde el centroide de cada manzana a los siguientes equipamientos:
Plazas (no se consideró el análisis de áreas verdes)
Polideportivos (canchas de uso mixto)
Jardines infantiles
Colegios
Centros de salud
Bibliotecas
La unidad de estudio es la manzana, utilizada por el censo como unidad básica de información. El análisis de proximidad se llevó a cabo para cada manzana censal de cada una de las áreas de estudio. En total se analizaron: 1) 228 manzanas en el barrio de Miraflores; 2) 207 en forestal y 3) 205 en la población Vergara (640 manzanas en total). El equipamiento estudiado de los tres barrios fue georreferenciado y clasificado como variables de tipo punto (plazas, parques, bibliotecas, colegios, jardines Infantiles, cancha, supermercado, y centros de salud). A partir de los criterios de distancia recomendado en la literatura (Calthorpe, 2011, p. 200; Walters y Brown, 2004; Frey, 1999, p. 57), se jerarquizó las distancias a considerar en el estudio. Señalan los autores que la escala barrio debe planificarse considerando una distancia ideal de 600 desde el lugar de residencia del habitante hasta servicios locales y facilities (Frey, 1999, p. 172).
A partir de los criterios establecidos por estudios precedentes, se realizó un análisis de proximidad que se tradujo en una nomenclatura denominada “Valor Asignado de Distancia (Vd)”, que sirve para caracterizar cada manzana censal según su valor de distancia a cada equipamiento considerado. Así, la distancia desde el punto coordenado del centroide de una manzana censal n hasta el punto coordenado de un equipamiento i permitió clasificar las manzanas como “óptimamente equipado”, “muy bien equipado”, “bien equipado”, “regularmente equipado”, y “mal equipado” (Tabla 1). Los rangos de “óptimamente equipado” (1-100 m), “muy bien equipado” (101-300 m) y “bien equipado” (301-600 m) se encuentran dentro del rango definido por expertos como cercanía satisfactoria. Distancia que de acuerdo a expertos es la distancia que permite (o promueve) un acceso peatonal a equipamiento o servicios sociales básicos. Las manzanas que se encuentran en el rango de distancia de 601 a 900 m de define como “regularmente equipado”, y mayor a 901 m se definen como manzanas bajo categoría de “mal equipado”.
Tabla 1
Distancias y valor asignado.
RESULTADOS
A continuación se presentan los principales resultados de estudio.
Forestal
En el área de estudio delimitada dentro del sector de Forestal los resultados muestran que el 59.8% de las manzanas estudiadas (∑207) tiene una cercanía satisfactoria (≥ 600 m) a las plazas. Encontramos cifras similares en la distancia a polideportivos, ya que el 60.8% de las manzanas analizadas está en cercanía satisfactoria (Figuras 4 y 5, respectivamente). En el caso de equipamiento de educación, solo el 30.9% de las manzanas examinadas muestra distancias menores a 600 m a colegios, y el 14.5% a jardines infantiles (Figuras 6 y 7, respectivamente). Esta tendencia al déficit se repite en centros de salud ya que solo el 36.2% de las manzanas se ubican en cercanía satisfactoria (Figura 8). Si a lo anterior sumamos la inexistencia de bibliotecas, en el área estudiada se perfila un área de expansión residencial de grupos medio y medio bajo deficitaria especialmente de equipamiento educativo, salud y cultural.
Figura 4
Análisis de accesibilidad a plazas y equipamiento deportivo en el sector de Forestal, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 5
Análisis de accesibilidad a plazas y equipamiento deportivo en el sector de Forestal, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 6
Análisis de accesibilidad a colegio y jardín infantil en el sector de Forestal, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 7
Análisis de accesibilidad a colegio y jardín infantil en el sector de Forestal, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Barrio Miraflores alto y bajo
Como se planteó anteriormente, el sector de Miraflores fue analizado diferenciadamente entre los sectores de Miraflores alto y bajo. Esta decisión obedece a que se trata de dos sectores claramente diferenciados tanto geográfica como socialmente. En el caso de Miraflores alto corresponde a un sector alto de cerro, y representa un espacio que alberga grupos socioeconómicos medio bajo y bajo, mientras que Miraflores bajo se ubica en el plan de la ciudad y alberga fundamentalmente grupos socioeconómicos medio-alto y alto. Los resultados se detallan continuación:
Miraflores alto
En el caso del sector de Miraflores alto (sector de grupos medio-bajo), el 76.2% de las manzanas estudiadas muestra una cercanía satisfactoria a equipamiento deportivo. Es decir, se trata de un área residencial con adecuada distribución de equipamiento deportivo. Estos niveles disminuyen al analizar la proximidad a plazas ya que el 58% de las manzanas estudiadas muestran cercanía satisfactoria (Figuras 9 y 10). De igual forma, colegios muestran una buena distribución a nivel barrio ya que el 69% de las manzanas se ubica en cercanía satisfactoria. Cifras que descienden al analizar la distribución de jardines infantiles, ya que solo el 40.7% de las manzanas en estudio exhiben una cercanía satisfactoria (Figuras 11 y 12).
Figura 9
Análisis de accesibilidad a equipamiento deportivo y plazas en el sector de Miraflores, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 10
Análisis de accesibilidad a equipamiento deportivo y plazas en el sector de Miraflores, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 11
Análisis de accesibilidad a colegios y jardines infantiles en el sector de Miraflores, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 12
Análisis de accesibilidad a colegios y jardines infantiles en el sector de Miraflores, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Al igual que Forestal, Miraflores alto muestra niveles de déficit grave en la localización de equipamiento cultural ya que solo el 26.5% de las manzanas se ubican en cercanía satisfactoria a alguna biblioteca pública. De igual forma, al analizar centros de salud (consultorios, postas, centros privados) la distribución muestra cifras deficitarias ya que apenas el 26.4% de las manzanas muestra niveles de proximidad satisfactorio (Figuras 13 y 14). Resulta interesante notar que, al igual que en el sector de Forestal, los proyectos residenciales privados de tipo cerrado surgen como “islas” dotadas de altos niveles de accesibilidad a equipamiento recreativo y deportivo.
Figura 13
Análisis de accesibilidad a bibliotecas y centros de salud en el sector de Miraflores, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Miraflores bajo
En el caso del sector de Miraflores bajo (sector que alberga población de estrato socioeconómico alto y medio-alto), solo el 37.1% de las manzanas estudiadas se encuentra en proximidad satisfactoria a plazas. La cifra es aún más baja en el caso de acceso a equipamiento deportivo (polideportivo) ya que apenas el 5.7% de las manzanas de dicho sector muestra proximidad satisfactoria. Si a lo anterior sumamos la inexistencia de bibliotecas públicas en dicho sector, estamos ante un barrio con un diseño urbano basado en la vivienda unifamiliar con baja oferta de equipamiento cultural y deportivo. En el caso de equipamiento de salud notamos que el 22.9% de las manzanas se ubican en proximidad insatisfactoria. Otras cartografías emergen al observar la localización de equipamiento de educación ya que el 74.3% de las manzanas estudiadas exhibe una proximidad satisfactoria a colegios, mientras que 77.1% de éstas lo está de jardines infantiles (Figuras 15 y 16).
Población Vergara
En términos de acceso a plazas estamos ante un área residencial con buen equipamiento dado que el 71.3% de las manzanas estudiadas se ubica dentro de una cercanía satisfactoria (Figura 17). Ahora bien, el barrio muestra una deficiente distribución de equipamiento deportivo y cultural ya que solo el 37% de las manzanas se ubican en proximidad satisfactoria a equipamiento deportivo, y solo el 12.5% está de bibliotecas públicas (Figuras 18 y 19, respectivamente). En términos de localización de equipamiento de educación los niveles mejoran, aunque se ubican en rangos intermedios ya que el 55.8% de las manzanas estudiadas se encuentra a distancia igual o menor a 600 m de colegios y el 66.6% lo está de jardines infantiles (Figuras 21 y 22). Las cifras bajan al considerar la distribución de centros médicos dado que solo el 41,3% de las manzanas estudiadas se encuentran en cercanía satisfactoria a atención médica (Figura 20). En resumen, el sector conocido como población Vergara, muestra adecuada oferta de plazas y jardines infantiles, pero con insuficiente oferta de equipamiento deportivo y cultural.
Figura 17
Análisis de accesibilidad a plazas y equipamiento deportivo en el sector de población Vergara, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 18
Análisis de accesibilidad a plazas y equipamiento deportivo en el sector de población Vergara, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 19
Análisis de accesibilidad a biblioteca y centros de salud en el sector de población Vergara, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 20
Análisis de accesibilidad a biblioteca y centros de salud en el sector de población Vergara, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
Figura 21
Análisis de accesibilidad a colegios y jardines infantiles en el sector de población Vergara, Viña del Mar.
Fuente: elaboración propia.
LOCALIZACIÓN DE EQUIPAMIENTO EN BARRIOS DE VIÑA DEL MAR: UN PATRÓN DE CIUDAD DESMANTELADA
El estudio muestra que la expansión residencial de Viña del Mar exhibe brechas de oferta de equipamiento tanto entre barrios y como tipo de equipamiento en las áreas estudiadas. Una tendencia clara es que todos los barrios examinados muestran al menos dos tipos de equipamientos en la categoría de cercanía insatisfactoria. Así como las bibliotecas comunitarias resultan un equipamiento que en todos los polígonos analizados revela rangos de cercanía insatisfactoria o en algunos casos inexistencia. Lo anterior deja de manifiesto la inexistencia del criterio barrio (o acceso peatonal) en los programas de bibliotecas públicas, alfabetización digital y fomento a la lectura, impulsados por el gobierno. Esta débil consideración de la variable espacial en el despliegue de programas y políticas sociales necesariamente tiene impacto en la calidad de vida del habitante.
Los barrios asociados a grupos socioeconómicos medio-bajo (Forestal y Miraflores alto) muestran un déficit importante de equipamiento educativo, cultural y salud. Por otra parte, áreas residenciales de tipo medio-alto (Miraflores bajo) expresan déficit de equipamiento recreativo y cultural como plazas, bibliotecas y equipamiento deportivo. Al contrastar los resultados de este estudio con la evaluación que el habitante de Viña del Mar hace del equipamiento en sus barrios (Encuesta de calidad de vida urbana, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2010), encontramos que solo el 43% de los habitantes señala disponer de lugares para la práctica el deporte a una distancia de “a pie”, y solo el 32% señala disponer de centros médicos a una distancia peatonal. Es decir, la tesis de la “atrofia” de la escala barrio en programas sociales parece comprobarse tanto a partir de este estudio como desde la encuesta citada. Esta discrepancia entre las cartografías de equipamiento y necesidades sociales en áreas residenciales de Viña del Mar plantea un desafío para avanzar en planes estratégicos de desarrollo de equipamiento en barrios de interés social.
En los casos de Forestal y Miraflores el análisis muestra un patrón de urbanización intensivo en vivienda, pero deficitario en equipamiento cultural y recreativo. Surge un modo de urbanización que desarticula la estructura urbana elemental (población, servicios, movilidad) privilegiando tejidos monofuncionales de vivienda que minimizan el rol del equipamiento de proximidad en la satisfacción de necesidades humanas cotidianas. Una lógica parcial de construir ciudad agudizada por procesos de urbanización informal en los bordes metropolitanos. El patrón de ciudad desmantelada condiciona el desarrollo de barrios caminables, de recorridos atractivos, con referencias físicas y simbólicas a escala peatonal. Resulta por tanto un modelo de ciudad diseñado para el aislamiento y privatización de la vida urbana. Además, al distanciarse centros médicos, espacios deportivos, empleos, de lugares de residencia, surge un patrón de ciudad desmantelada sometiendo al habitante a mayor gasto cotidiano de tiempo y recursos.
Incorporar en la ciudad un sistema descentralizado de equipamiento a nivel barrial encuentra resistencia un sector del urbanismo que desestima el valor de una metrópolis organizada en barrios. El argumento radica en que el habitante no necesariamente consume o utiliza servicios cercanos a la vivienda, sino, utiliza el automóvil para consumir centralidades dispersas en el territorio. Reconociendo la validez del argumento, aquí se plantea la relevancia social que tienen el equipamiento de proximidad para grupos con menor potencial de movilidad: jóvenes, madres jóvenes, adultos mayores, personas en situación de discapacidad. Levantar una agenda contra la ciudad desmantelada no busca prevenir la movilidad de la población sino dar alternativas a una vida cotidiana en territorios cada vez más extensos. Es pertinente que la planificación urbana avance hacia lo que Frey (Frey, 1999) denomina un modelo de “concentración descentralizada de funciones cívico-económicas”. Es decir, una metrópolis de barrios donde el habitante acceda a equipamiento cultural, recreativo, educativo en un rango entre 600 a 900 metros desde su hogar. No se trata de un plan desarrollado entre urbanistas, requiere de un co-diseño con habitantes que darán luces de las principales necesidades de cada barrio.
CONCLUSIONES
Las áreas de expansión residencial en Viña del Mar muestran déficit de equipamiento urbano que afecta la calidad de vida de grupos medios y vulnerables. El déficit de equipamiento barrial en los sectores estudiados requiere repensar los instrumentos de gestión de áreas residenciales. Los retos para el gobierno regional y local pasan por dotar de espacios públicos, centros culturales, jardines infantiles centros de salud, en aquellas áreas donde la población está sometida a la necesidad cotidiana del desplazamiento. Intervenir en aquellos barrios deficitarios dará sostenibilidad social a un modelo de desarrollo urbano levantado fundamentalmente desde sus atributos turísticos. Democratizar la calidad de vida en la ciudad pasa por generar lugares significativos en los entornos cotidianos del habitante y no solo en su frente marítimo.
El déficit de equipamiento urbano en áreas residenciales no es exclusivo de Viña del Mar sino una tendencia observable en otras ciudades de país. Este déficit se explica en parte por la existencia de un modelo residencial asimétrico constituido por áreas residenciales (barrios cerrados o ciudades satélites) administradas por privadas, y barrios administrados por gobiernos locales con precarias herramientas financieras y técnicas para gestionar la ciudad. Este patrón desequilibrado es propio de lo que Harvey (2005) denomina una nueva fase de capitalismo, donde las estrategias de acumulación surgen asociadas a la expansión de la propiedad privada y desposesión progresiva del derecho a bienes comunes en la ciudad. Aunque el Estado ha reaccionado a este patrón inequitativo de urbanización mediante un programa de desarrollo de barrios, nuevos estándares de vivienda social, y recientemente nuevos indicadores urbanos, faltan mecanismos de inversión desde municipios y ministerios sectoriales para desarrollar equipamiento barrial con criterio redistributivo.
La nueva política de desarrollo urbano de Chile (PNDU 2015, p. 24) señala la necesidad de avanzar hacia mediciones objetivas sobre calidad y cobertura de equipamiento urbano. En este escenario, la metodología MIDU permite un análisis detallado de la oferta de equipamiento urbano en áreas residenciales, identificando con precisión la existencia de “desiertos” de equipamiento en áreas específicas de la ciudad. Si un diagnóstico preciso de necesidades es acompañado de mecanismos de financiamiento para gobiernos locales se dará un paso importante en la construcción de ciudades más inclusivas.
Mejorar el impacto de políticas de salud, deporte, bibliotecas públicas o reciclaje, pasa por reconocer al barrio como la primera escala de implementación y medición de estas iniciativas. Esto, más que un asunto de diseño urbano impacta directamente en la capilaridad de las políticas sociales. Es decir, en la capacidad que las políticas tienen de vincularse y actuar en la organización de la vida cotidiana de las personas. En este sentido, la ciudad chilena será más inclusiva cuando ninguna niña o adulto mayor viva a más de diez minutos caminando de una plaza o biblioteca. Hemos olvidado que al modelar la ciudad estamos componiendo una forma de relacionarnos con el otro y una manera de resolver necesidades básicas. La evidencia aquí presentada advierte que si no producimos lugares no habrá sostenibilidad funcional ni social para la ciudad chilena.