Exposición fotográfica: "Pescar en el Vizcaíno. Imágenes desde la geografía de un paisaje mexicano", Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 15 de febrero-4 de marzo 2016

 

En el Instituto de Geografía (IGg), entre el 15 de febrero y el 4 de marzo de 2016, se exhibió en los muros del vestíbulo de la planta baja una exposición fotográfica bajo el título: "Pescar en el Vizcaíno. Imágenes desde la geografía de un paisaje mexicano". El autor, José Manuel Crespo Guerrero, es investigador del Departamento de Geografía Económica (IGg). Posee una trayectoria de investigación en espacios naturales protegidos, que le ha llevado desde Andalucía en España a Córdoba en Argentina, pasando por Quebec en Canadá y, desde luego, México, como lo muestran las imágenes que son resultado de su trabajo de campo en Baja California Sur.

La exposición fotográfica, fruto de la investigación de campo realizada por el autor, nos trasladó a un particular finis terrae: la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno (REBIVI). Esta área protegida desde 1988, es la más extensa del territorio mexicano (2 546 790 ha.). Una particularidad es su posición, bañada por el mar del Cortés al oriente y el océano Pacífico al occidente. Y entre ambos... el desierto. Sin duda, el ojo fotográfico del autor encontró en el paisaje sudcaliforniano la inspiración oportuna para apretar el botón del obturador.

Crespo Guerrero vertebró su discurso geográfico acercándonos al mundo de la pesca comercial ribereña, una de las actividades económicas más importantes de la zona protegida. Esta se practica en embarcaciones que no superan los 10.5 metros de eslora y que pueden tener motor fuera de borda y sistemas de conservación a base de hielo (Figura 1). En el estado de Baja California Sur se realiza "en bahías, sistemas lagunares o estuarios y en el mar, utilizando embarcaciones menores y en viajes con duración no mayor a un día" (Gobierno del Estado de Baja California Sur, 2010:5).

Figura 1

Embarcación tecnificada de pesca comercial ribereña en Punta Abreojos, Reserva de la Biósfera de El Vizcaíno. Autor: José-Manuel Crespo Guerrero, archivo de campo, julio de 2015.

0188-4611-igeo-90-00205-gf1.jpg

La exposición estuvo organizada en cinco espacios. El primero, de carácter introductorio, se compuso por diez imágenes en blanco y negro. Aquí, el investigador no sólo mostró los rostros de los pescadores, sujetos de la actividad económica, sino que permitió al espectador situarse frente a su mundo privado: sus casas con las puertas siempre abiertas. El resto de las secciones se ordena de acuerdo con las cuatro zonas de pesca de la REBIVI: Golfo, Esteros y Laguna de San Ignacio, Pacífico Norte y Complejo lagunar Ojo de Liebre. Cada una, compuesta por siete fotografías en color, fue acompañada con un mapa que expresaba la localización, la extensión y la cantidad de embarcaciones menores activas (Figura 2).

Figura 2

Mapa de las cuatro zonas pesqueras de la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno (REBIVI). Fuente: elaboración propia. Cartografía: Geóg: Víctor Ríos-Ramírez.

0188-4611-igeo-90-00205-gf2.jpg

México posee un amplio litoral y las cifras sobre la actividad pesquera se pueden consultar en registros oficiales, pero esos datos, de tipo cuantitativo, adquieren profundidad cuando hay una inmersión en las localidades. Así ocurre con el trabajo de Crespo Guerrero, en él es innegable la convivencia con los pescadores y la observación in situ de sus actividades, como parte de su metodología.

Las imágenes exhibidas permiten identificar que Santa Rosalía es el enclave donde la minería y la pesca se desarrollan de manera paralela. Ciudad fundada en 1885 por la compañía minera El Boleo, dedicada a la explotación del cobre. Hoy se estima la población rosalina en unos 12 000 habitantes. Las actividades mineras han sido intermitentes durante las últimas décadas; la pesca siempre ha estado ahí, en ocasiones como complemento de rentas y en otras como actividad principal. El huracán Jimena, en 2009, alejó al calamar gigante, el recurso que tenía mayor importancia económica y que en mejores épocas representó 70% de la producción nacional. Como resultado, la crisis económica entró en escena. El crecimiento urbano en el accidentado terreno tiene espacios sin servicios, el muelle está deslucido y las lanchas se amontonan junto a las viviendas. Los pescadores contemplan el patrimonio industrial minero y el puerto, a espera de otra oportunidad que haga honor al lema de Santa Rosalía: "El pueblo que no quiso morir" (Figura 3).

Figura 3

Santa Rosalía: monumento a la fundación de la ciudad por parte de la compañía minera El Boleo, 1885-1985. Autor: José- Manuel Crespo-Guerrero, archivo de campo, junio de 2015.

0188-4611-igeo-90-00205-gf3.jpg

Los Esteros y Laguna de San Ignacio representan la zona menos poblada y con menor número de pescadores. En las imágenes se observan los problemas de accesibilidad: múltiples caminos con escasa señalización que cruzan el desierto; de repente, los tiraderos de conchas anuncian la proximidad de los poblados. La tranquilidad de la laguna, refugio de ballenas azules desde tiempos inmemoriales, contrasta con el dinamismo de las aves. Al final de la ruta, aparecen playas con limitada infraestructura. Allí los pescadores redoblan esfuerzos para entregar los productos limpios a los compradores. Los camiones con cajas refrigeradas se estacionan a escasos metros del estero y preparan su particular ruta migratoria hacia los mercados nacionales e internacionales.

La Pacífico Norte es una franja extensa, que alberga unos 6 000 habitantes. La organización pesquera de las localidades gira en torno a las cooperativas, que suman ocho en la zona y tienen más de medio siglo de formación. Debido a su trayectoria y a la inversión del capital social, cuentan con infraestructuras apropiadas y una especialización laboral. Destacan por las buenas prácticas en el manejo de los recursos pesqueros, el cuidado de los polígonos concesionados y la investigación sobre ecosistemas costeros. Además de pescar, se dedican a la industrialización de productos del océano, la reproducción y engorda de abulón y el ecoturismo.

El Complejo lagunar Ojo de Liebre tiene como principal centro de población a Guerrero Negro, que cuenta con poco más de 13 000 habitantes. Aquella localidad fue fundada en 1957, tras la apertura de la Exportadora de Sal. La pesca adquirió importancia en la zona a finales del siglo XX. Un recurso fundamental fue la almeja mano de león. A partir de 2011, los pescadores se percataron de la mortandad de la especie, sin razón aparente. Las imágenes de Crespo Guerrero son ilustrativas del impacto que tuvo en la población: pescaderías cerradas, lanchas aparcadas y rostros de preocupación. Los técnicos de la reserva y los pescadores se aúnan en los monitoreos de la mano de león y otros bivalvos como parte de la búsqueda incesante de alternativas que reactiven la economía.

El recorrido por el territorio costero de la REVIBI, mediante las imágenes de la exposición, proporciona otra perspectiva y resalta el papel de la fotografía como fuente de información geográfica. Aún hoy, existen muy pocas investigaciones o estudios exhaustivos sobre la región. La contemplación de las imágenes que muestran estos paisajes mexicanos agita los sentidos por la calidad artística del trabajo y porque obliga a tomar conciencia sobre la diversidad de los ecosistemas, su fragilidad y la responsabilidad del ser humano en los procesos de conservación y aprovechamiento de los recursos.

Referencia

1 

Gobierno del Estado de Baja California Sur (2010), "Ley de Pesca y Acuacultura Sustentables del Estado de Baja California Sur", Boletín Oficial núm. 32, Gobierno del Estado de Baja California Sur, La Paz, México, pp. 1-50.

Gobierno del Estado de Baja California Sur 2010Ley de Pesca y Acuacultura Sustentables del Estado de Baja California SurBoletín Oficial32Gobierno del Estado de Baja California SurLa Paz, México150

Guardar